Hacemos foco en la conexión actual del 62.5% de la humanidad con una única red neuronal sintética, y la tendencia observada a interconectar prácticamente todo el conjunto de vivientes y la materia, sobre la superficie de la tierra.
Para ordenar los registros de la multiplicidad de escalas y elementos de la cuestión cibernética, recurrimos de manera instrumental a los conceptos de res extensa y res cogitans del dualismo cartesiano, para referirnos a la experiencia de la realidad material y las relaciones psíquicas entre los vivientes. Y agregamos la res significante lacaniana —discriminando solo los elementos de su matema del grafo del deseo (1)— para referirnos al tejido de producción de código en acto, en el que se da la relación de los sujetos de lenguaje conectados en la red neuronal sintética entre sujetos, y con la red misma.
Hablamos de red neuronal sintética en vez de simplemente Internet, porque en nuestra conversación coloquial tendemos a asociar la dinámica de las máquinas de la red a la mecánica de los algoritmos. Pero en este estado de cosas, la red opera de modo similar a un sistema neuronal en el que, en una infinidad de entradas —y entradas de entradas—, una región parcial de ellas se activa en consonancia con la connotación que la interpela. No solo procesa la información, sino que produce su propia manera de procesar y crea respuestas ad hoc a cada demanda, lo que hace a sus operaciones contingentes —además de únicas—, acercando la interacción entre cada sujeto y la red a un diálogo intersubjetivo, propio de lo que antes hubiese sido característica estricta de la res cogitans entre vivientes.

Nuestro impulso por abordar este tema surge de preguntas que dejó el ciclo de revueltas que comenzó en noviembre del año 2018 en París y que declinó hacia mediados del 2020 —durante el inicio de la peste—, en que más de sesenta países (un tercio de los países de la ONU) se vieron envueltos en estallidos sociales que proliferaron como una reacción en cadena. La red de Internet tuvo tal protagonismo, que debió ser intervenida —y en algunos casos simplemente apagada— por organismos gubernamentales, como táctica para subvertir la efervescencia que al parecer, se potencia en los servicios de redes sociales, medios y servidores. Y que en su brote, instalaron una agenda continua al servicio de las manifestaciones, copando la escena de estrategias sin estrategas. Como si la red y la calle se retroalimentaran alrededor del mundo a la manera de un enjambre.
La red neuronal sintética a escala planetaria, al menos contribuyó a la formación de una entidad enjambre que circuló en las calles y sobrecargó el sistema maquinal de connotaciones, produciendo una síntesis que una vez rearticulada por los manifestantes, puso en práctica modos de manifestación y demandas similares en Chile, Hong-Kong, Indonesia, Zimbawe o Colombia, al unísono.
Estuvimos frente a un ciclo de revueltas planetarias sincronizadas y antiglobalización, que había capturado la red neuronal sintética produciendo (aparentemente) simetría de poder (2) y modelando la agenda política de los países “infectados”—tanto en el control de la calle como en el de los medios—. Lo más relevante es que este no fue el primer ciclo de revueltas cibernético (3), y auguró la posibilidad de que sea solo uno entre muchos asaltos aparentes capaz de establecer una frecuencia y crecimiento de los ciclos; lo que vislumbramos como una posibilidad de democracia que se realiza en los momentos de intensidad y sobrecarga en las grandes metrópolis y la red neuronal sintética.

Dicho así, esto es mero optimismo. Desde el estado basal de la relación entre la red neuronal sintética y cada uno de los sujetos, es posible también pensar que la sobrecarga de los ciclos de revuelta operen como correcciones de los connotadores a la envergadura de la naciente multitud planetaria, y a la manera de un coreógrafo ensayando una y otra vez los movimientos de su cuerpo tras la perfección. Y por tanto, la democracia intensiva que estalla cíclicamente (lo ha hecho dos veces) sea cooptada como un estabilizador de un adentro sin afuera cibernético, que a la postre se manifiesta como régimen totalizante, que incorpora en sí la protesta social homologada como válvula reguladora del malestar y correctora de las narrativas globales, siempre desde el lugar de la síntesis (cada vez más homogeneizante).
Como veremos en nuestra reflexión hay una serie de condiciones opresivas de origen, que hacen posible que el actual estado de situación de conexión del 62.5% de la humanidad a la red neuronal sintética sea un régimen, y que en su manejo de la gobernanza, ordenamiento del mundo y reorientación sincronizada de las micropolíticas —en cada sujeto y cada viviente— hacia una agenda única de explotación, reformatee y rezonifique completamente la superficie, la atmósfera y la estratósfera del planeta, con el fin de convertirla en superficie de inscripción de una única gobernanza a todas las escalas, desde la arquitectura genética y psíquica de los vivientes, hasta la zonificación de las macroregiones.

(1) Modelo topológico de Lacan, que ordena un conjunto de términos por los cuales el sujeto se inscribe como efecto del significante.

(2) Ver UP: RISE de Baff Akoto. ​​https://uprise-exhibition.com/about/

(3) El primer ciclo sucedió entre los años 2011 y 2013 en Inglaterra, Libia, Egipto, Tunez, España, Portugal, Grecia, Estados Unidos, Chile. Entre los conflictos se encuentran la Primavera Árabe, los disturbios en Inglaterra de 2011, el Movimiento 15-M, Occupy Wall Street, la Movilización Estudiantil
de Chile, y protestas contra los recortes en Grecia y Portugal.

Noviembre 2022