LADA - La Asamblea del Agua (memoria)
Leonello Zambon y Cristian Espinoza
El moribundo corredor biológico en llamas
Tres semanas después del 18 de Octubre arribamos al puerto. Un umbral nos advertía que llegábamos a tierra arrasada: desde la carretera veíamos la zona central del corredor biológico Peñuelas vuelto cenizas. Hacía días que se desarrollaba un incendio forestal incontenible; uno más de una cadena de grandes incendios intencionales que los habitantes de Valparaíso padecen desde hace años. Podemos situar estos ecocidios en una cadena de operaciones de destrucción sistemática de ecosistemas por parte de agenciamientos industriales, portuarios e inmobiliarios que lograron taponar, envenenar y secar las arterias de agua y biomasa por donde se propaga naturalmente la estructura arborescente del ecosistema basado en cadenas de valles. El estallido social y la crisis de representatividad política son los ecosistemas que no han dejado de encontrar modos de reproducción auto-organizadas y formas de retroalimentación; como si a la interrupción de los feedbacks geológicos y biológicos correspondiera una sympoiesis social, la emergencia de un suelo fértil en relaciones interhumanas, de afectaciones mutuas.
Biólogos y geólogos: captación e irradiación
La captación requiere manifestar el umbral del agujero del oído. La escucha es una invención y una tecnología (y en nuestro caso una máquina de guerra)
Tsonami gestionó una reunión con el Laboratorio de Geografía Social y Territorialidades Alternativas del Instituto de Geografía de la Universidad Católica de Valparaíso, quienes organizaron una visita al interior de los valles para escuchar y ver. En una zona de pequeños agricultores pudimos caminar en medio de la sequía. Vimos los campos cultivados apenas subsistiendo y caballos flacos al borde de la muerte. Los ambientalistas nos señalaban la succión de las napas subterráneas por plantaciones de eucaliptus y por máquinas de drenaje de operaciones inmobiliarias en las convexidades de los valles. Para el agricultor empobrecido de las concavidades, cada gota era un tesoro, y no se podía dar el lujo de plantar algo más que papas o porotos.
Sintonizar el oído para escuchar un pequeño curso de agua se volvió una experiencia que signó la precariedad absoluta. Ahora cada gota que suena como un murmullo nos parece una señal a rastrear y opera en un registro a contramano de nuestro ensordecedor régimen de ruido interno y externo.
Días después supimos que el valle había sido arrasado también por el incendio y comprendimos que lo que experimentamos era un episodio de una guerra ecológica no declarada.
Morfogénesis autopoiética. Feedback loops
Una vertiente en la quebrada de un cerro que solía ser el feedback de un finísimo sistema bioma de brumas (Vaguada-input) y esteros (output); ahora que esa quebrada ha sido pinchada por la máquina ciudad, es un ducto de evacuación lixiviado de nuestra basura percolada, de sopa química revuelta y maloliente. La bruma es interceptada por partículas de CO2 y gases aerosoles de nuestro Axe y nuestro Raid.
Peñuelas funciona como una serie encadenada de nodos de biotransducción que operan desde el comienzo geológico de la zona, dando inicio a ciclos de retroalimentación y surgimiento de vida. Actualmente interferido por sistemas maquínicos como corredores electromagnéticos, zonas de sacrificio, distribución de energía y descarga de desechos de las ciudades, los corredores biológicos se encuentran en riesgo de interrumpir sus flujos y feedbacks. La maquinaria biogeocultural antropocena parece crecer, en la mayoría de los casos, en condiciones de obsolescencia previa.
Transducción
La contra radiación puede ser desde tres posiciones: expuesto a los snipers, bajo sitio en un gueto artístico, al acecho entre los escombros y la basura. En retirada camino al exilio no es posible irradiar más que como ausencia.
Si la visión puede mantener a una distancia prudente aquello que nos rodea, para la escucha esa frontera es frágil. Las diferencias de intensidad que moldean el territorio se reconocen, antes que nada, desde la escucha: un zumbido táctil, apenas perceptible, de los cambios de temperatura del vapor de agua chocando contra el cerro; los isótopos electromagnéticos posados como tentáculos sobre el suelo. No se trata aquí de conquistar, intervenir u operar el territorio sino, más bien, devenir transductor. Biomáquina capaz de reorganizar la entropía, sin detenerla. Resonando en el leve temblor del lugar. De este lugar.
Las alcantarillas: cajanegrización de nuestras aguas
Salimos a caminar a los cerros en busca de las aguas naturales que habían sido aprisionadas en cañerías de cemento y sobre las cuales se construyeron calles. Buscamos el camino del agua de las quebradas secuestradas por el sistema humano. Pusimos nuestras orejas en el pavimento en las calles Tomás Ramos, Carmona y en la escalera Morrison. Destapamos clandestinamente alcantarillas desde donde se escuchaban a lo lejos, en el subsuelo, ríos potentísimos, y que habían sido formateados como ductos de evacuación de nuestra mierda.
Al escuchar las aguas subterráneas -contra su voluntad-, y al fragor de la batalla popular que se está librando en Chile, nos permitimos pensar sobre la posibilidad de otra forma de vivir, en que las ciudades, como lugar de la vida, debían ser desmontadas y declaradas obsoletas. Cuando imaginamos esas aguas liberadas, pudimos entrever a Valparaíso como un vergel lleno de cascadas limpias que llegaban al Plan en fuentes -que alguna vez existieron-. En el fondo, no imaginamos nada de otro mundo.
Wu wei
Así como hay veces que hacer-algo-conduce-a-nada, existen ocasiones en las que, para no-hacer, es imprescindible ponerse a trabajar, desmesurada, excesivamente. Es que wu wei, la vía china del no-hacer, no significa no hacer nada, sino más bien, hacer de otro modo. La escucha es nuestra máquina-para-hacer-de-otro-modo. Nuestra forma de no-hacer. Escuchar para percibir, antes que nada, los potenciales de situación ya existentes del lugar.
Contra-ambiente
Un contra-ambiente es un medioambiente provisorio que nos permite percibir el ambiente en que nos encontramos inmersos y, a causa de una persistente y excesiva proximidad, se ha vuelto escurridizo e invisible. Lxs estudiantxs que saltaron los torniquetes del metro en Santiago produjeron el contra-ambiente instantáneo más efectivo y la coreografía política más bella de los últimos tiempos. No hacer (evadir) para comenzar a hacer-de otro-modo.
Interferir la intersección (sympoiesis o: todxs nosotrxs juntxs)
Si ese encuentro es una colisión entonces, y estamos frente a la extensión del campo de batalla de una guerra híbrida de baja intensidad ¿Cómo opera nuestra escucha? ¿En retirada? ¿En estado de sitio? ¿Al acecho? ¿Expuesta?
Como lo entendemos aquí, un contra-ambiente no puede cerrarse sobre sí mismo y mantener un equilibrio homeostático y autosuficiente. No puede producirse en un laboratorio cerrado. El ecosistema contra-ambiental debe estar repleto de pliegues, fisuras y orificios por donde se cuelen vecindades y potencias. Antes que autopoiéticos, los contra-ambientes serán simpoiéticos. Es decir, construidos con otrxs. Construidos entre muchxs.
Habitamos Warhola durante un mes. Ruina de un viejo hotel de lujo, se montaron allí los estudios y talleres provisorios del Encuentro. Cómo toda arquitectura higiénica oficial, el edificio persevera obstinadamente en ocultar sus aguas indeseadas, reservando su aparición a momentos de accidente o avería. En nuestro delirio civilizatorio puritano no hay lugar público para fluidos, para humedades, para salpicaduras y derrames. Aun así, el hedor de las bombas de gas lacrimógeno, el sonido de las movilizaciones y el humo de las barricadas no encontraba, afortunadamente, tabiques con la solidez suficiente como para no colarse en su interior. Imaginamos colaborar en la deconstrucción de nuestra base de operaciones inundándola de manera imperceptible. Destripar el edificio y dejar entrar el afuera en un gesto mínimo. Un hilo de agua recorriéndolo, atravesando oficinas y talleres, saliendo al exterior y volviendo a entrar. Alrededor y entre medio de estas cañerías, muchas de ellas abiertas para escuchar y ver el hilo de agua que corre, imaginamos también que podríamos entablar una conversación compartida. Secretamente nuestro deseo era provocar un contra-ambiente en donde sea esta vez el agua, en primera persona, quien tome la palabra. Y, a partir de allí, habilitar un entorno propicio para hacer con otrxs.
A esta máquina híbrida, espacialmente irruptiva le llamamos La Asamblea del Agua. LADA mantuvo circulando por algo más de una semana 150 litros de agua en un circuito cerrado de tuberías, estanques, saltos, vertientes y bombas electromecánicas. 150 litros es el volumen de agua que consume por día un humano promedio en la ciudad de Valparaíso. Cantidad equivalente a la utilizada diariamente por un eucaliptus, principal agente vegetal foráneo que reemplazó y dejó al borde de la extinción a la Palma Kan-Kan luego de su explotación. 150 litros también es lo consumido anualmente por una gran variedad de vegetación autóctona -esclerófila-, cuyas hojas tienen la capacidad de retener el líquido en largos períodos de sequía.
LADA
En esta ocasión deseamos escuchar lo que el agua tiene que decir. En este recinto entre la vía de las marchas y una calle árida de distribución de cargas, en la ruina de un viejo hotel de lujo, hemos atravesado un curso de agua.
Más bien hemos hecho un esfuerzo para mover un pequeñísimo volumen de aguas en la forma de un hilo. Este esfuerzo por movilizar agua unos cuantos metros es una insignificante sombra de lo que hacen los campesinos -aquí en los valles atrás de los cerros- para alimentar media hectárea de papas y porotos en el moribundo corredor biológico en llamas.
Convocamos una reunión entremedio de una acequia colgante para escuchar las aguas, y en compañía de un grupo de amigxs poetas, pobladorxs, artistas y activistas buscamos las condiciones para que el agua pudiera hablarnos. Pero no nos confundamos. Aquí el agua no simboliza nada. Pese a que nosotrxs la sentimos como un sujeto -como tú o como yo- no la cargamos de significado alguno. Solo interactuamos con las aguas, así como ellas interactúan con nosotrxs.