DOM-INO ZOMBIE
Ensayo derivado de la intervención en una ruina moderna en Ancient Messene
LAS RUINAS ANTIGUAS
Los escombros dóricos de la Antigua Messenia son parte del complejo de monumentos que inventaron como ruina los prósperos mercaderes Florentinos y Venecianos del siglo 14 para ficcionar un origen abolengo a su naciente imperio comercial, portuario y urbano. El renacimiento fue en ese sentido una operación de invención de un linaje. Para esto, escogieron los escombros de las culturas Jónicas, Dóricas y Corintias de la Grecia clásica, y los escombros del ya desaparecido imperio romano (haciendo a un lado las piedras canteadas de muchos otros orígenes en el áfrica y Asia próxima, incluso dando la espalda groseramente al gótico inmediato de su propio territorio.)
Esta decisión va de la mano con el señalamiento del territorio como Europa: antes de esto, en su zona de influencia, la denominación Europa no existía formalmente (El lugar era conocido como Cristiandad). Por tanto, las ruinas, de las que Messenia forma parte son la construcción de un signo de fundación de la Europa que hoy conocemos (que nace como autodenominado renacimiento) y que en esa operación de decidir no ser nuevo siéndolo, fingiendo ser un reboot– selecciona escombros como aparente evidencia de un pasado milenario (fugando el origen fingido hacia una antigüedad lo más lejana posible del gótico, poblada de un amplio catálogo de mitos cósmicos para su remake).
Desde ahí podemos pensar que los primeros señalamientos –ready made- que convierten escombro en ruina (o territorio en paisaje) llevan implícita una medida y aproximación histórica política interesada.
Quiero decir que las primeras “ruinas” señaladas por Europa, primero son nominadas como ruinas propias, es decir, como acto de apropiación cultural (tardarían hasta el siglo 17 para contemplar las ruinas de “los otros”); y segundo son lo suficientemente distantes de su presente (en milenios) para establecer un espesor entre lo que es ruina y lo que no es, como si un sine qua non de la inaugurada ruina fuese tener una distancia de por lo menos mil años con su señalamiento como tal.
No está de más señalar que Europa como tal -y su frágil mitogema- tiene prácticamente 100 años más de vida que la invasión a América (el viejo Abya-yala) , por tanto, lo de viejo continente es naturalmente otra invención.
LA RUINA NUEVA
Alrededor de las ruinas de la Antigua Messenia, una vivienda comenzó a construirse en la actualidad. Vivienda que se abalconaba sobre este paisaje fetichizado como una especie de country club, subvirtiendo el sentido vernacular de la villa Mavrommati.
Sucedió que no terminó de construirse y quedó en obra gruesa.
La crisis del 2008 -que detonó con el nombre de crisis subprime en USA- hizo caer muchas economías entre ellas la Unión Europea; que fundió económica y políticamente a Grecia, y provocó la primavera árabe entorno al mediterráneo.
Sin duda no era la primera vez ni el primer lugar del mundo en que una construcción era abandonada, pero esta caída signaba más cosas.
Acá una nueva ruina convivía con las ruinas clásicas. Los edificios abandonados en etapa de obra gruesa alrededor del mundo (hormigón y enfierradura a la vista) evidenciaban que el espesor del tiempo se había angostado hasta el presente, y la ruina era una condición interna contemporánea. Como si el reloj de la economía inaugurada por los Medicis, Visconti, Sforza y otros, hubiera en el decurso ascelerado del mercantilismo contemporáneo, succionado una energía propia de la relación tiempo-sustancia; y el profundo espesor que hacía que algo fuera abandonado desaparezca, haciendo que todo comparezca de antemano como ruina.
Una asceleración tal, que anula la demora en la vida de las cosas y la reemplaza por obsolescencia implícita y omnipresente desde el momento de la concepción misma: en el siglo 21 todo nace ya obsoleto.
La ruina nueva -como paisaje- comenzó a manifestarse cuando los ingleses abandonaron a principios del siglo 20 las ciudades industriales (ciudades máquinas) que construyeron en el siglo 19 en sus colonias, ciudades que duraron 50 años y luego fueron vaciadas porque la economía extractivista que les daba origen había mutado (el extractívismo es de naturaleza mutante, pulpo vampiro que va moviendo sus tentáculos cuando desertifica una región).
Es Paul Virilio en sus registros de los Bunkers de Normandía quien señala con claridad las construcciones abandonadas del proyecto moderno como objeto de observación de la cultura asceleracionista, y como una nueva forma de silencio del paisaje que sucede inmediatamente a los eventos que le dan origen, como una suspensión (propia de la desolación) que se abre como nueva extensión humana. Una forma de silencio más allá y más acá del fenómeno que les dio origen (Bunkers de Normandía, Planta y ciudad de Chernovil, Oficinas Salitreras andinas) y que paradojalmente es inquietante en su quietud de pasado inmediato.
Hoy la ruina ya no necesita haber sido usado para abrir un campo de suspensión, el edificio moderno abandonado aún sin haber sido habitado, es en su abandono inmediato (incluso antes de ser terminado) más potente metafísicamente que en su promesa de función: la obra gruesa en la primera etapa de construcción ya se señala como final.
¿Y que es esta ruina moderna que vemos?, es el proyecto Le corbuseriano, nacido como resultado de las observaciones del templo griego ruinificado en su viaje a oriente.
Le Corbusier intuye que lo real de la arquitectura se encuentra donde solo hay componentes estructurales sin revestimiento o agregado alguno. La arquitectura se define desde el momento en que se levanta como esfuerzo, y que se manifiesta cuando es lo que queda (continuidad proyectual de la crítica de Adolf Loos a los órdenes renacentistas.)
RUINA SOBRE RUINA
Hay un asunto con la concepción de ruina que no debe ser pasado por alto. Europa decide originarse como reboot de algo, y por tanto, decide refugiar su nacimiento en escombros signados como ruinas. Rafael Sanzio, por ejemplo, es declarado inspector de antigüedades señalando escombros como ruinas deteniendo el desmantelamiento de Roma y transformándolo en una ciudad-museo que rodea y da pompa al poderoso Vaticano en pleno proceso de construcción.
Hay que imaginar la basílica de San Pedro a medio construir, con Bramante muerto, el Duomo aún sin terminar en medio de una telaraña de andamios de madera y todo rodeado de un asentamiento humano precario también a medio construir mezclado con basurales de escombros grises en revalorización, signo de mil años de guerra y pillaje.
Señalamos nuevamente que la ruina no pre-existe, sino que es una operación interesada de carácter simbólico sobre escombros previamente abandonados. La ruina es un señalamiento que va sobre una construcción abandonada y descargada de toda función y expectativa; y que es reanimada como fantasma, es una enorme tabla ouija que llama a un muerto a comparecer, a presentarse, para atestiguar a favor de la cultura que lo sacó de su degradación.
La ruina pretende entonces poner ropajes de espíritu o espectro a los escombros, un montaje simbólico aurático de genius loci. La ruina con este disfraz opera como fetiche, y cumple una función de museo gentrificador, o de rentibilizador de un programa de rehabilitación urbanística.
Durante el 2017 he personalmente interactuado con una ex-usina termoeléctrica reconvertida en centro cultural; dos excarceles reconvertidas en espacios de arte contemporáneo; una ex–maestranza ferroviaria reconvertida en espacio de escalada bajo techo y espacio de arte; un ex aeropuerto convertido en espacio de arte Todas operaciones de gentrificación de paños periféricos degradados.
Pero este es un tipo de ruina que no nos interesa. Es una ruina en tanto que “recuperación”, en tanto que sombrero de turco para una operación inmobiliaria mayor al estilo Medici, que ya sabemos transformó a la larga a Venecia en no-ciudad.
Nos interesa lo que llamaremos llamar acá la ruina de la ruina.
¿Qué pasa cuando el proyecto económico que dio lugar a los escombros devenidos en ruina y que luego re-habilitan dicho recinto como ruina gentrificadora, fracasa y se arruina?¿Qué sucede si la edificación es llamada “activo tóxico” como si hubiese quedado bajo los efectos de la radiación venenosa? ¿Y si un país completo que vive de ser ruina cae bajo la radiación simbólica del default financiero por la catástrofe de la crisis infinita y programada del capitalismo ciborg?
De la crisis de deuda griega vino una debacle. El proyecto europeo había caído sobre Grecia y Grecia se había arruinado financiera y moralmente, esto es el presente.
Las ruinas que nos interesan son aún escombros frescos, edificaciones a medio hacer que han sido abandonadas avergonzadas por la quiebra. Porque la ruina antes de serlo es la escenificación material de un fracaso. El fracaso que contemplamos lo simplificamos al máximo como el fracaso del proyecto moderno, de la Maisón DOM-INO, que es, ya no el modelo de una estructura, sino la radiografía del activo tóxico.
En nuestro caso, donde debía haber un bungalow hay dos losas de hormigón armado sobre un conjunto de pilotes y una caja de escaleras desnuda. Involuntariamente vemos escenificado el prototipo para la operación arquitectónica diseñada por Le Corbusier, esta vez como premonición de residuo.
Aquí volvemos sobre Virilio en su estudio de Normandía y aventuramos un paisaje posterior a la catástrofe, y consigo imaginar una manera no turística de habitar.
Virilio nos presenta ruinas de vergüenza y catástrofe (en el caso de los Bunkers de Normandía) como algo que trasciende al indicio. La ruina moderna puede ser un espacio de meditación política, de encuentro con la catástrofe contingente, que se sitúa inscrita en nuestro tiempo y responsabilidad política.
Si hay una operación arquitectónica contemporánea es la creación de nuevas ruinas: ruinas de guerra militar en Siria, Libia e Irak; ruinas de guerra financiera en Grecia, Turquía y Albania. Del enorme catálogo de casos, los acá mencionados están todos cerca unos de otros y configuran una macro-región de crisis producto de la guerra global.
Mavrommati Messene, Grecia 2018
¿Quién construyó Tebas, la de las siete Puertas? En los libros aparecen los nombres de los reyes. ¿Arrastraron los reyes los bloques de piedra?
Y Babilonia, destruida tantas veces, ¿quién la volvió siempre a construir?
¿En qué casas de la dorada Lima vivían los constructores?
¿A dónde fueron los albañiles la noche en que fue terminada la Muralla China?
La gran Roma está llena de arcos de triunfo. ¿Quién los erigió?
¿Sobre quiénes triunfaron los Césares?
¿Es que Bizancio, la tan cantada,sólo tenía palacios para sus habitantes?
Hasta en la legendaria Atlántida, la noche en que el mar se la tragaba, los que se hundían, gritaban llamando a sus esclavos.
El joven Alejandro conquistó la India. ¿Él solo?
César derrotó a los galos. ¿No llevaba siquiera cocinero?
Felipe de España lloró cuando su flota fue hundida. ¿No lloró nadie más?
Federico II venció en la Guerra de los Siete Años ¿Quién venció además de él?
Cada página una victoria. ¿Quién cocinó el banquete de la victoria?
Cada diez años un gran hombre. ¿Quién pagó los gastos?
Tantas historias.
Tantas preguntas.
Bertolt Brecht